A causa de la COVID-19 se ha dado el inusual fenómeno de la presencia de dos emergencias sanitarias paralelas. La primera, la pandemia por COVID-19, es mucho más publicitada, mientras que la otra representa un fenómeno que ha venido produciéndose desde hace varios años y que es poco conocido para la sociedad en general, este se trata de la resistencia a los antibióticos (RAM). De forma interesante ambos fenómenos interactúan entre sí, tienen ciertas similitudes y ofrecen oportunidades de aprendizaje mutuo en lo que se refiere a su manejo y control.
Antes de la aparición de la COVID-19 se reportaba ya que el 60 al 70% de los adultos en Estados Unidos diagnosticados con bronquitis aguda recibían antibióticos sin justificación.
La superposición de los síntomas entre bronquitis y las manifestaciones de la COVID-19 empeoraron el aumento de formulación de dichos fármacos especialmente cuando no existió acceso a RT-PCR SARS-CoV2 dado que los reportes se demoraban hasta 5 días en proporcionar resultados a causa de la saturación de los servicios de laboratorio.
Hay que recalcar que la COVID-19 es una infección viral, las cuales en principio no se tratan ni se previenen con antibióticos💊 Adicionalmente es necesario recordar que la fiebre no es criterio de inicio de antibióticos, es propia de casi todos los cuadros de tipo viral.
Infecciones respiratorias
En lo que se refiere a infecciones respiratorias podemos citar a los macrólidos (especialmente la Azitromicina), fluoroquinolonas como Levofloxacina, Moxifloxacina y betalactámicos como la Penicilina benzatínica y Amoxicilina. Estos fármacos no poseen actividad antiviral y por lo tanto no deben de prescribirse para cuadros clínicos de ese tipo. Existen riesgos potenciales e interacciones con otros medicamentos, sobre todo en adultos mayores, quienes muchas veces tienen prescripciones concomitantes para comorbilidades como hipertensión arterial, diabetes mellitus, demencia, dislipidemia entre otras.
¿Qué es la Resistencia Antimicrobiana RAM?
La RAM es un fenómeno dinámico del ecosistema bacteriano. Ante el uso inadecuado e irracional de antibióticos las bacterias son capaces de rápidamente entablar comunicación y reaccionar colectivamente ante estados de estrés o presión de selección, lo cual significa que emiten señales S.O.S, provocando un aumento del número de eventos de transferencia de genes de resistencia. Esto conlleva fundamentalmente a la producción de enzimas bacterianas que inactivan los antibióticos. En otros casos se pueden producir modificaciones en su pared para impedir la llegada del fármaco a su objetivo.
💉 La prescripción excesiva o inadecuada de tratamientos antibióticos usados en la pandemia podría haber facilitado el desarrollo de bacterias resistentes y a posterior reducir la eficacia de futuros tratamientos. Por esta razón, 🙏 un llamado a «extremar la prudencia en la utilización de antibióticos.”
👉 Una sola cepa bacteriana puede desarrollar varios mecanismos de resistencia frente a uno o muchos antibióticos y del mismo modo un antibiótico puede ser inactivado por distintos mecanismos.
Uso prudente de antibióticos en la comunidad
Debido a un creciente número de infecciones resistentes, en la comunidad como la neumonía, la tuberculosis, la sepsis bacteriana e incluso enfermedades de transmisión sexual como la gonorrea, que son cada vez más difíciles de tratar, es necesario evitar el uso irracional de antibióticos para poder preservar su eficacia.
La población general puede prevenir y controlar la propagación de la resistencia a los antibióticos teniendo en cuenta lo siguiente:
- Tomar antibióticos únicamente cuando los prescriba un profesional sanitario certificado.
- No insistir en solicitar antibióticos si los profesionales sanitarios dicen que no son necesarios.
- Seguir siempre las instrucciones de los profesionales de la salud con respecto al uso de los antibióticos.
- No utilizar los antibióticos que le hayan sobrado de otros esquemas antibióticos o de otros pacientes.
- Prevenir las infecciones lavándose frecuentemente las manos, utilizando mascarilla, manteniendo el distanciamiento social y manteniendo las vacunaciones al día.
Las vacunas para las infecciones virales pueden ayudar a disminuir la resistencia bacteriana?
Las vacunas pueden ayudar a prevenir infecciones bacterianas y por ende reducir el uso de antibióticos. Este es el caso de la vacuna para la meningitis, difteria, tosferina, generando protección en decenas de millones de individuos. (acción directa)
En infecciones como influenza y rotavirus, las cuales son de origen viral. Las vacunas pueden evitar el uso inapropiado de antibióticos, debido a que si se evitan infecciones virales también podrían reducirse el número de coinfecciones bacterianas concomitantes.
Un ejemplo claro sería el de la campaña de vacunación contra la influenza, la misma que reduce las prescripciones relacionadas a los antibióticos hasta en un 64% (acción indirecta).
Existen varios metaanálisis datos que avalan que menos del 3.5 % de pacientes con la COVID-19 presentarían coinfecciones bacterianas. Estudios En Francia y España no han mostrado un aumento de las coinfecciones por bacterias en este tipo de pacientes. Sin embargo, en más del 80% de los pacientes existe prescripción antibiótica, sobre todo en los pacientes con afección moderada y en pacientes atendidos por telemedicina. Por lo tanto, los casos de pacientes con COVID-19 y con infección bacteriana deben de confirmarse y evaluarse por el personal médico. En los casos en los cuales los especialistas indiquen el uso de antibióticos, la infección debería estar confirmada. Si se confirmara dicha coinfección, la elección del tratamiento antibiótico se basaría en las guías locales y siempre se establecerá en pautas de ciclo corto.
La adecuación de la dosis de antibiótico deberá basarse siempre en el tipo de infección y los aspectos clínicos del paciente. Reevaluando periódicamente (cada 24-48 horas) y ajustando el tratamiento antibiótico según la evolución y los resultados microbiológicos.
Es necesario finalizar mencionando que la mayoría de las medidas de control de infecciones que son esenciales para controlar la propagación del SARS-CoV-2 también contribuyen a reducir la propagación de bacterias resistentes a los antimicrobianos.
La resistencia a los antimicrobianos es también una prioridad de salud pública debido a sus altos impactos negativos en la salud humana y animal, seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible del sector agrícola. Estudios que se basan en la Epidemiología de aguas residuales, muestran como la resistencia bacteriana se puede propagar en el ambiente. En este sentido se requiere un enfoque multidisciplinario como el de “One Health” que reúna nuevamente a las autoridades de salud pública y veterinaria, los sectores de la alimentación y la ganadería, los ingenieros ambientales, los consumidores y a los médicos de primera línea quienes debemos prescribir de forma racional.
En medio de la pandemia de la COVID-19, ciertamente no debemos renunciar a nuestros esfuerzos para prevenir y controlar la RAM, debemos permanecer unidos para preservar la eficacia de los antimicrobianos para las generaciones futuras.
Con el fin de llamar la atención hacia esta noble causa, se ha lanzado el Primer Símbolo Global de la Lucha Contra la Resistencia a los Antibióticos que busca volverse tan emblemático como el lazo rojo que conmemora el día mundial de la lucha contra SIDA con el fin de visibilizar ante la ciudadanía las graves repercusiones de la pérdida de efectividad de los antibióticos. El emblema consiste en dos icónicas cápsulas blancas y rojas entrelazadas en forma de aspa o cruz, fácilmente reconocibles como medicamentos, que se forman al ensamblarse un corazón rojo y otro blanco.
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- Agencia española de Medicamentos y productos sanitarios.Nace el primer sÍmbolo global para concienciar a la ciudadania sobre el problema de la resistencia a los antibioticos disponible en https://www.aemps.gob.es/informa/notasinformativas/laaemps/2020-laaemps/