Miro desde mí, desde lo profundo como profesional médico femenina en un hospital público general de un país de Sudamérica.
Me identifico con la mujer que soy, la misma que trata de visibilizar desde mirada crítica lo que sucede en mi país en cuanto al manejo de las ITS y el VIH, desde mi localidad y la verdad es que me entristezco, porque al ser mujer comprendo las claves sociales machistas, la marginación y la violencia que afectan tanto a mujeres como a niñas y adolescentes.
Desde el punto de vista biológico soy consciente de que somos más vulnerables al virus y las relaciones sexuales forzadas que aumentan aún más el riesgo de la transmisión a la mujer, especialmente amas de casa, la mayoría de mis pacientes lo son.
La mujer en mi país parte del tercer el mundo, todavía es objeto de agresiones sexuales y de violencia física y psicológica, lo que nos pone indefensas para evitar infecciones de transmisión sexual. Muchas veces veo como mis pacientes no tienen el empoderamiento ni el conocimiento para negociar una relación de sexo seguro, ni para rechazar las relaciones sexuales no deseadas, no se realizan análisis para detectar el VIH y no buscan tratamiento después de una infección de transmisión sexual, es más, ni siquiera saben que la padecen, al menos durante mucho tiempo.
Algunos médicos ignoran este aspecto importante de la salud reproductiva femenina, porque se ha naturalizado tanto en este medio.
Es inevitable no identificar las falencias en el sistema en cuanto a la educación sexual, existe inequidad de género, es más, a mí como profesional no me han dado capacitación ni apoyo, tampoco existe interés de promover y auspiciar la investigación en cuanto a determinantes sociales, pero lo interesante es que en el estudio a nivel nacional que están realizando, solo consideran a la “población de alto riesgo” y en este estudio no están incluidas las mujeres adolescentes. Los autores pretenden darle un enfoque de determinación social de la salud.
Y por lo anterior, considero que hay un error de enfoque absoluto, puesto que con este tipo de estudios que no priorizan a las mujeres, existe inequidad de género, al ignorar esta realidad, se van a dirigir las intervenciones a esta área de actuación donde no estará el grupo de mujeres adolescentes o jóvenes vulnerables, amas de casa quienes viven esta realidad.
Por qué sesgarse así, a los grupos de alto riesgo, cuando se supone que es uno de los ejes transversales, se debe Disponer de servicios clave para los adolescentes en diferentes contextos de prevalencia.
La epidemia no se puede terminar sin abordar los determinantes de la salud y la vulnerabilidad, y las necesidades integrales de las personas vulnerables al VIH. A menudo, las adolescentes, madres solteras que viven con el VIH, habitan en comunidades frágiles sin saber su diagnóstico y son las más afectadas por la discriminación, la desigualdad y la inestabilidad, esto a la final es terrible, puesto que no hay una mirada en el contexto de estas mujeres, las mismas sufren riesgo de que sus hijos nazcan con ITS y VIH. ¿Ahora ven por qué es necesario poner la mirada acá?
Si no se promueven cambios estructurales transversales en las mujeres jóvenes en edad reproductiva, el riesgo será para los niños. Sin embargo, el norte, por una concepción de forma no racionalizada en mi país, es para intervenciones en “grupos de alto riesgo” (HSH, transgénero, trabajadoras sexuales)
Las niñas las y mujeres que son vulnerables o que han sido víctimas de violencia basada en género, incluidas las normas tradicionales, como la mutilación genital femenina y la discriminación basada en la preferencia masculina, son claros ejemplos de cómo no se respeta ni se considera todavía en la sociedad tercermundista a libertad, igualdad y dignidad de todas las personas.
Tenemos que considerar que la cultura y la religión son variables que al menos en mi sociedad están tan arraigadas, que suponen que el placer y el derecho a disfrutar de una sexualidad sana puedan incluso significar un “pecado” el mismo que a pesar de nuestros esfuerzos por reducir el estigma, sigue costando todos los días el empoderamiento de las mujeres jóvenes y su acceso a servicios de salud.
Todavía se maneja en la colectividad el hecho de que el placer es algo pecaminoso e incluso muchos hombres, a través de este argumento perjudican o nulifican el reconocimiento del disfrute o ejercicio en condiciones de igualdad y falta mucho para que se normalice el derecho a experimentar y gozar de la sexualidad independientemente la reproducción, y de la reproducción independientemente de la sexualidad.
Las mujeres todavía experimentamos barreras para el ejercicio de nuestros derechos sexuales. La igualdad sustantiva requiere que esas barreras sean removidas.
Revisando incluso el marco de derechos sexuales, El artículo 6 menciona que todas las personas tienen derecho a ejercer su libertad de pensamiento, opinión y expresión en relación con sus ideas sobre la sexualidad, orientación sexual, identidad de género y derechos sexuales, sin intromisiones o limitaciones basadas en las creencias culturales dominantes o ideología política, o en nociones discriminatorias del orden público, moralidad pública, salud pública o seguridad pública, pero debo reconocer que ni yo mismo conocía de este artículo, y que hace falta mucha estrategia para socializar esta información y que esto sea interiorizado y naturalizado en la sociedad.
Me pregunto “por qué” no sale desde el propio ministerio de Salud Pública un programa donde se promuevan los derechos sexuales, y se proporcionen servicios de salud sexual no discriminatorios. Una vez más se evidencia la importancia de la educación hacia los profesionales de la salud, quienes estamos frente a frente con el paciente, y reconocemos la problemática.
El acceso a la información y la educación relacionadas con la sexualidad y la salud sexual es esencial para que las personas puedan proteger su salud y tomar decisiones informadas sobre su vida sexual y reproductiva.
Una educación integral en sexualidad que proporcione no solo información, sino que también desarrolle habilidades de comunicación personal, está asociada con resultados de salud positivos.
- Derechos sexuales https://www.ippf.org/resource/sexual-rights-ippf-declaration
- Sexual health, human rights and the law http://apps.who.int/iris/ bitstream/10665/175556/1/9789241564984_eng.pdf